Tuesday, June 29, 2010

Perro Fiel

Queridos amigos,

Esta historia de mi perro fiel es una reflexión de lo rápido que somos a veces para juzgar sin antes averiguar bien que ha sucedido.

Un abrazo

Liliana


Historia de Inspiracion Mi perro fiel

Una pareja de jóvenes tenía varios años de casados y nunca pudieron tener un hijo. Para no sentirse solos compraron un cachorro y lo amaron como si fuera su propio hijo.

El cachorro creció hasta convertirse en un grande y hermoso ejemplar. El perro salvó en más de una ocasión a la pareja de ser atacadas por ladrones, siempre fue muy fiel, quería y defendía a sus dueños contra cualquier peligro.

Luego de siete años de tener al perro, la pareja logró tener el hijo tan ansiado. La pareja estaba muy contenta con su nuevo hijo y disminuyeron las atenciones que tenían con el perro. Este se sintió relegado y comenzó a sentir celos del bebé; ya no era el perro cariñoso y fiel que tuvieron durante siete años.

Un día, la pareja dejó al bebé plácidamente dormido en la cuna y fueron a la terraza a preparar una carne asada. Cual no fue su sorpresa cuando se dirigían al cuarto del bebé y ven al perro en el pasillo con la boca ensangrentada, moviéndoles la cola.

El dueño del perro pensó lo peor, sacó el arma que tenía guardada y mató al perro. Corre al cuarto del bebé y encuentra una gran serpiente degollada. El dueño comienza a llorar y exclamar, "¡He matado a mi perro fiel!"


Moraleja de la Inspiracion Mi perro fiel:
Cuantas veces hemos juzgado a las personas, lo que es peor, las juzgamos y las condenamos sin investigar a que se debe su comportamiento. Muchas veces las cosas no son tan malas como parecen, sino todo lo contrario.

La próxima vez que nos sintamos tentados a juzgar y condenar a alguien, recordemos la historia del perro fiel. Así aprenderemos a no levantar falsedades contra una persona. Debemos darnos cuenta que los sentimientos de las personas son frágiles y fáciles de dañar, pero difíciles de sanar

Monday, November 23, 2009

Las tortugas que perdonaban

Queridos amigos,

Como les dije en mi nota anterior “ La compasión nos decia el Dalai Lama es la “capacidad de sentirnos próximos al dolor de los demás y la voluntad de aliviar sus penas, pero a menudo somos incapaces de llevar a la práctica lo que nos proponemos, y esa hermosa palabra muere sin haber dado sus frutos.” Creo que en nuestro Centro la estamos cultivando a cada momento y si todos tratamos vamos a dar una demostración que este más viva que nunca. Por está razón todas las historias hasta fin de año van a tener este mensaje y esta tiene que ver con una gran reflexión del perdón”

Los quiere Liliana

Las tortugas que perdonaban

Por Keegan Cort

Había una vez un chico que vivía en la campiña. Era de buen corazón y tenía buenas intenciones pero como todos estaba propenso a cometer errores. En el jardín de su casa, habitaba una familia de tortugas de caja y unos huevos que estaban listos para incubar. El padre era una tortuga grande, el líder de la familia, y tan grande como físicamente era, su corazón era incluso más grande. Era muy amable y solía perdonar incluso la más grande de las afrentas.

Un día el muchacho estaba caminando y tropieza con el papá tortuga quien recolectaba alimento para la mamá tortuga quien estaba débil después de poner sus huevos. El muchacho lo miró y decidió que sería divertido saltar sobre la tortuga. De inmediato se subió encima de él y no se percató que el papá tortuga le suplicaba que se bajara. Al oírlo, el chico se dio cuenta que lo había lastimado, y que la caparazón del papá tortuga se había agrietado. Entonces el muchacho supo que él había hecho algo malo y tímidamente dijo que lo sentía. Esperó que el papá tortuga se enojara con él pero por el contrario lo perdonó y le dijo que olvidara que alguna vez esto sucedió. El papá tortuga incluso ofreció amablemente al muchacho uno de los gusanos que había cogido para que se fuera a pescar. El muchacho se marchó con el almuerzo de papá tortuga como cebo mientras éste volvía donde la mamá tortuga para alimentarla con el único gusano que le quedaba. Ahora él no tenía nada para comer, así que se sintió muy débil al día siguiente cuando partió a buscar alimento para él y la mamá tortuga.

Encontró dos gusanos, uno le dio fielmente a la mamá tortuga y otro se lo comió él mismo. La mamá tortuga tenía malas noticias. Ella contó que mientras dormía, el muchacho había tomado todos los huevos excepto uno y los había lanzado contra una pared sin darse cuenta que eran huevos de tortuga puesto que él asumía que se trataban de huevos de gallina caídos de la bolsa de su madre de regreso del mercado. La mamá tortuga lloraba pero aún así daba gracias por el huevo que le quedaba. Cuando el muchacho se enteró que su mamá no había ido al mercado, se dio cuenta que los huevos eran de tortuga. Se dirigió con una lechuga como regalo donde ellos, lloró y se disculpó. Él no esperaba más que un gracias pero papá tortuga rehusó cortésmente el regalo y más bien perdonó al muchacho y le entregó una moneda de 25 centavos que había encontrado en el jardín. Una vez más, el muchacho se sorprendió por la generosidad y el perdón del papá tortuga.

Al siguiente día el muchacho estaba muy molesto con su mamá y salió al jardín pateando todo lo que encontrara a su paso. En aquel momento, el papá tortuga buscaba 3 gusanos porque el bebé tortuga había ya nacido, y todo marchaba bien con la familia. Entonces el papá tortuga divisó al muchacho pisoteando todo enfrente de él, y éste no vio a la tortuga cuando su pie cayó con fuerza sobre él causándole la muerte.

Si su caparazón no hubiera estado agrietado, y el muchacho lo sabía, nada le hubiera pasado. El joven se sintió muy triste, lloró por la tortuga, y llevó sus restos donde su familia. Todos estaban muy apenados y lloraron por su pérdida, y el muchacho dijo que lo sentía muchas veces. Pero a pesar de que la mamá tortuga estaba tan triste, ella sabía que lo correcto era perdonar al muchacho. Así lo hizo y una vez más el joven se sintió abrumado por la generosidad de esta familia. ¡Ellos lo habían perdonado! Él se dio cuenta que las tortugas habían sufrido una gran pérdida por causa de él, de modo que ofreció cuidar de ellos, lo que aceptó la mamá tortuga porque de otra manera habrían muerto de hambre.

Por muchos años el muchacho cuidó de ellos, la mamá tortuga se debilitaba mientras el hijo se fortalecía cada vez más. Un día mientras el muchacho recolectaba grillos para ellos, la mamá tortuga entró en un largo y pacífico sueño del cual no despertó. El muchacho y la tortuga joven se sintieron muy tristes pero sabían que ella había vivido una vida larga y buena.

La tortuga era ahora bastante fuerte para vivir independientemente, de modo que ambos decidieron separarse. Dos años habían transcurrido desde su apartamiento y el joven se disponía a partir para averiguar lo que el mundo le depararía fuera de su campiña. Mientras decía adios vio a la tortuga joven cerca de su auto, se acercó a él pero entonces se percató que la tortuga se había comido todo el dinero que tenía en la cartera. La tortuga se sintió molesto consigo mismo y se disculpó ante el joven. Después de todas sus experiencias con tortugas, él sabía lo que era mejor hacer, así que perdonó a la tortuga. Ahora él sabía lo que era el perdón y por el resto de su vida siempre perdonó a la gente.

Saturday, September 19, 2009

Al Mal Tiempo Buena Cara

Queridos amigos,

Esta pequeña historia de Winston Churchill, dice mucho de la actitud que debemos tener cuando las cosas estan saliendo mal, es toda una lección que no debemos olvidar

Los quiere

Liliana



Al Mal Tiempo Buena Cara


En una de las visitas que Winston Churchill realizó a Estados Unidos se mostró en todo momento muy optimista y de buen humor. Todos estaban sorprendidos de ello, pues la economía inglesa atravesaba un momento dramático.

Alguien le preguntó que por qué estaba tan alegre. Churchill comentó: “Cuando las cosas van mal hay que estar de mejor humor, ya que las desgracias huyen de quienes no les hacen caso”.


Monday, September 14, 2009

"Esto también pasará"

Queridos amigos,

Esta historia la he leido y releido y me ha servido recordar el mensaje que tenía el anillo al rey, siempre lo tengo presente:

"ESTO TAMBIÉN PASARÁ", veo que varios de Uds estan pasando por muy buenos momentos y otros no muy buenos.

Un abrazo

Liliana

El Anillo del Rey


Hubo una vez un rey que dijo a los sabios de la corte: - Me estoy fabricando un precioso anillo. He conseguido uno de los mejores diamantes posibles. Quiero guardar oculto dentro del anillo algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación total, y que ayude a mis herederos, y a los herederos de mis herederos, para siempre. Tiene que ser un mensaje pequeño, de manera que quepa debajo del diamante del anillo.

Todos quienes escucharon eran sabios, grandes eruditos; podrían haber escrito grandes tratados, pero darle un mensaje de no más de dos o tres palabras que le pudieran ayudar en momentos de desesperación total... Pensaron, buscaron en sus libros, pero no podían encontrar nada.

El rey tenía un anciano sirviente que también había sido sirviente de su padre.

La madre del rey murió pronto y este sirviente cuidó de él, por tanto, lo trataba como si fuera de la familia. El rey sentía un inmenso respeto por el anciano, de modo que también lo consultó. Y éste le dijo:

- No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje.

Durante mi larga vida en palacio, me he encontrado con todo tipo de gente, y en una ocasión me encontré con un Sacerdote. Era invitado de tu padre y yo estuve a su servicio. Cuando se iba, como gesto de agradecimiento, me dio este mensaje, el anciano lo escribió en un diminuto papel, lo dobló y se lo dio al rey. Pero no lo leas le dijo, manténlo escondido en el anillo.

Ábrelo sólo cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no encuentres salida a la situación.

- Ese momento no tardó en llegar. El país fue invadido y el rey perdió el reino.

Estaba huyendo en su caballo para salvar la vida y sus enemigos lo perseguían.

Estaba solo y los perseguidores eran numerosos. Llegó a un lugar donde el camino se acababa, no había salida: enfrente había un precipicio y un profundo valle; caer por él sería el fin. Y no podía volver porque el enemigo le cerraba el camino. Ya podía escuchar el trotar de los caballos. No podía seguir hacia delante y no había ningún otro camino...

De repente, se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso:

Simplemente decía "ESTO TAMBIÉN PASARÁ".

Mientras leía "esto también pasará" sintió que se cernía sobre él un gran silencio. Los enemigos que le perseguían debían haberse perdido en el bosque, o debían haberse equivocado de camino, pero lo cierto es que poco a poco dejó de escuchar el trote de los caballos. El rey se sentía profundamente agradecido al sirviente y al místico desconocido. Aquellas palabras habían resultado milagrosas.

Dobló el papel, volvió a ponerlo en el anillo, reunió a sus ejércitos y reconquistó el reino. Y el día que entraba de nuevo victorioso en la capital hubo una gran celebración con música, bailes... y él se sentía muy orgulloso de sí mismo.

El anciano estaba a su lado en el carro y le dijo:

- Este momento también es adecuado: vuelve a mirar el mensaje.

-¿Qué quieres decir? preguntó el rey. Ahora estoy victorioso, la gente celebra mi vuelta, no estoy desesperado, no me encuentro en una situación sin salida.

- Escucha, dijo el anciano: este mensaje no es sólo para situaciones desesperadas; también es para situaciones placenteras.

No es sólo para cuando estás derrotado; también es para cuando te sientes victorioso.

No es sólo para cuando eres el último; también es para cuando eres el primero.

El rey abrió el anillo y leyó el mensaje: "Esto también pasará", y nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio, en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba, pero el orgullo, el ego, había desaparecido. El rey pudo terminar de comprender el mensaje. Se había iluminado. Entonces el anciano le dijo:

RECUERDA QUE TODO PASA. Ninguna cosa, ni ninguna emoción son permanentes. Como el día y la noche, hay momentos de alegría y momentos de tristeza.

Acéptalos como parte de la dualidad de la naturaleza porque son la naturaleza misma de las cosas.

GRÁBATELO BIEN EN TU CABEZA Y EN TU CORAZÓN.